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El cobre: ¿Sueldo de Chile o saqueo a la nación?

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Es posible que la inmensa mayoría de quienes lean este artículo no conozcan la realidad de nuestra riqueza básica; el COBRE, ese mineral que el Presidente Allende tuvo el acierto de definir como El Sueldo de Chile, y que fue una de las tantas vertientes externas que causaron la ruptura de la democracia, por el golpe militar, propiciado, impulsado y dirigido desde los Estados Unidos de Norteamérica, cuyos sucesivos gobiernos veían en el movimiento popular una seria amenaza para los intereses económicos de sus transnacionales mineras, especialmente de las compañías cupríferas ANACONDA y CHILE EXPLORATION CO, entre otras.

Este primer artículo pretende que todos conozcamos y entendamos el significado que tiene para Chile la entrega de nuestros recursos naturales a la voracidad del capital foráneo, remezcamos nuestra dormida conciencia y juntos iniciemos una gran cruzada por la recuperación del cobre chileno y en manos chilenas. Les invito a meditar, e informarse mas profundamente del tema para que procedamos a una gran campaña nacional, por la dignidad de Chile y los chilenos, abriendo un gran debate sobre el tema.

Con anterioridad a la invención del Salitre Sintético, Chile dependía absolutamente del nitrato natural. Nuestro pequeño país, invariablemente, estuvo subordinado a la explotación y venta de sus recursos minerales, siempre en manos extranjeras, las que pagaban al Estado ínfimos impuestos pese a que exportaban gruesas utilidades, siempre superiores a lo invertido en el pais. En la época del auge salitrero eran los intereses británicos quienes se beneficiaron con esa riqueza, ejerciendo influyencias inclusive en las acciones mas importantes del Estado. Tal es así, por ejemplo, que la acción bélica conocida como "La Guerra del Pacífico” fue impulsada por el ciudadano británico Oliver North, principal dueño de las instalaciones salitreras y en resguardo de sus intereses particulares. La decadencia de la actividad salitrera, producto de la invención del Salitre Sintético por los alemanes, produjo el colapso de la economía chilena.

El descubrimiento y explotación de los grandes yacimientos cupríferos nuestros reanimó las alicaídas finanzas nacionales, pese a que la explotación de las minas se entregó a manos de  inversionistas  norteamericanos, con la complicidad de nuestros gobiernos de turno. La ceguera o la complacencia de nuestros gobernantes hicieron posible que durante décadas el Estado chileno se mostrara satisfecho con los escasos ingresos que dejaban al país las grandes mineras norteamericanas, por la vía de gravar las exportaciones con misérrimos impuestos. Jamás, excepto desde la nacionalización de las minas en 1971,  hubo la intención de refinar, procesar y agregar valor a las exportaciones de cobre. El mineral, extraído de Chuquicamata, Potrerillos, El Salvador, El Teniente, la Disputada de Las Condes y otras compañías menores, se exportaba en bruto, sin otro proceso que el “chancado” o molienda. Sub productos, tanto o mas valiosos que el contenido mismo de cobre sin refinar, se iba para afuera, sin dejar un solo centavo en Chile.
De esta manera, las compañías cupríferas escondían que en el mineral bruto -sin pago alguno-, salía oro, plata, zinc, molibdeno, metal blanco, colosina y otros, metales de alto precio y rentabilidad en los mercados internacionales, con beneficio cero para Chile.

Solo para ejemplarizar esta afirmación, ya que un artículo mas acucioso y profundo significaría muchísimas páginas y con certeza estaría aburriendo al lector no especializado, indicaré que al 29 de noviembre del año 2007, el precio del cobre se cotizó en US$ 3.08 la libra, en tanto que la libra de plata valía US$ 227,60 (casi 74 veces mas que el cobre) y el molibdeno, esencial para producir aceros especiales, se cotizaba en US$ 33 por libra, que es 10,71 veces mas caro.

Sin ahondar, por ahora, en situaciones mas profundas, sino que fundamentándonos en el simple ejemplo anterior, cabe preguntarse: ¿Se equivocó el Gobierno de Allende al nacionalizar la Gran Minería del Cobre? La respuesta es obvia; sin embargo, en Chile aún hay quienes critican –odiosamente- el hecho de que se haya nacionalizado nuestro recurso básico. Para ello, se  utiliza la tribuna y las columnas de los mas importantes medios de información chilenos. El “respetado” columnista de El Mercurio, Hermógenes Pérez, se permitió calumniar la memoria del Presidente Salvador Allende en columna que tituló “Fondos Investigables”, indicando que éste, o su Gobierno, “recibieron coimas por la indemnización entregada a la Minera La Exótica”, sin que nadie levantara una sola voz de protesta y rechazo a tan injuriosa imputación, atendido que la unanimidad del Congreso, el Tribunal Constitucional y la Contraloría de la época (adversa a la Unidad Popular), determinaron las condiciones y las indemnizaciones a pagar si las hubiere.

Continúo: Durante el gobierno de Frei Montalva, la aplastante mayoría demócratacristiana en ambas Cámaras del Congreso Nacional, aprobó la llamada Chilenización del Cobre, un gran engaño para el país. En efecto, teóricamente Chile se constituyó en socio mayoritario de las compañías extranjeras, con el 51% de la propiedad de las minas; sin embargo y curiosamente, el ingreso de divisas al país disminuyó notablemente, pese a que el cobre no tuvo bajas en el precio internacional. El lector se preguntará como fue posible tal aberración. La respuesta es muy simple: Chile no estableció que el manejo de la industria debía ser realizado por ejecutivos y técnicos nacionales. Chile pagó fuertes sumas de dólares a las compañías extranjeras para  “ser socio mayoritario, sin ninguna ingerencia  ni autoridad” en el manejo de las grandes corporaciones extractivas.

Resultaba curioso, por decir lo menos, que la Kennecott, ahora minoritaria en la sociedad con el Estado chileno, hubiera incrementado enormemente sus utilidades con el nuevo esquema societario aprobado por el gobierno de Frei Montalva. Más extraño aun porque el precio internacional del metal se mantuvo largo tiempo sin variaciones sustantivas en el valor de transacción de la Bolsa de Londres. Antes de la “chilenización pactada”, Kennecott mostraba balances con sólo un 17,4 por ciento de utilidad sobre la inversión en el país, la que por cierto no se hizo con aportaciones en efectivo (moneda dura),sino en especies, valoradas unilateralmente. Una vez perfeccionada la venta al Estado de Chile, Kennecott más que triplicó sus ganancias en el pais. ¿Quién perdió con la “chilenización? Todos nosotros, los chilenos; el país completo. Sin embargo, con la mayor caradura, la Democracia Cristiana boicoteó el programa económico del Gobierno Popular, aduciendo que el mejor camino debía ser la continuidad de lo obrado por la administración Frei y pagar por el 49% restante si se ansiaba el dominio completo del metal.

La Anaconda, que tenía fuertes inversiones en otros países, obtuvo el año 1969 utilidades netas consolidadas (en todo el mundo) por 99 millones de dólares de la època. ¿Qué porcentaje de su inversión mundial total tenía Anaconda en Chile? ¡Apenas el 16 por ciento  de sus inversiones globales! ¿Cuánto le rentó ese año la “chilenización” aprobada por el régimen de la Revolución en Libertad? ¡La no despreciable suma de 79 millones de dólares de esa época! Sobre una ganancia neta de 99 millones, la “chilenización” les permitió ganar en Chile nada menos que el 80% del total de los beneficios obtenidos en el resto del planeta. ¡Brillante negocio para los norteamericanos! El trato cuprífero negociado por el gobierno de Frei debiera ser materia de profundas reflexiones, aun cuando ya no tiene trascendencia alguna, excepto por las consecuencias históricas del manejo del Tratado y lo que éste influyó en la deliberada desestabilización del mandato del Dr. Salvador Allende. Fueron precisamente las grandes compañias del cobre las que unieron su actitud a la decisión de Nixon. No era para menos. Sus pingües utilidades en Chile se  habían acabado con las medidas nacionalizadoras implementadas durante la presidencia de Salvador Allende.

Dicho de otra manera, mas comprensible, las compañías que funcionaban en Chile presentaban enormes tasas de beneficios comparadas a las que obtenían en sus yacimientos de otros países. Por ejemplo, la Anaconda Copper Company obtuvo entre 1955 y 1970 –en Chile-, una utilidad promedio de 21,5% anual, mientras que en otros países su rentabilidad era de apenas un 3,6%. La Kennecott Copper Corporation llegó a mostrar utilidades de un 205% en el año 1969 y en nuestro país, mientras que su promedio en otros Estados solo era de un 10%.

La dictadura militar, que cambió el curso de la historia de la minería del cobre, al igual que en todas las áreas de la economía chilena, no desconoció los fundamentos de la nacionalización minera; sin embargo, comenzó entregando indemnizaciones millonarias a las antiguas compañía cupríferas, otrora dueñas de los yacimientos, situación que ya estaba zanjada en la Ley de Nacionalización. Con ese acto perverso y altamente perjudicial al interés de Chile, quiso atraer para sí el apoyo y simpatía de los Estados Unidos de Norteamérica, pretendiendo con ello minimizar el repudio universal que despertaba la dictadura de Pinochet Ugarte. Codelco mantuvo, legalmente, la propiedad de las minas estatales, pero los asesores de Pinochet idearon mecanismos para atraer capitales extranjeros al país, de tal forma que las futuras inversiones en la minería fuesen con capitales externos . Asimismo, se dictaron normas que permitieron la inversión de capitalistas nacionales privados, la mayoría enriquecidos al amparo del régimen militar, tan alabado por quienes medraron a la sombra de un poder omnímodo.

Los introductores del esquema económico neoliberal que se aplicó y aplica en Chile, conocidos como los Chicago Boys, sostienen enfáticamente que “no existe peor administrador que el Estado”; en consecuencia, aquí cabe preguntarse ¿Por qué el régimen militar mantuvo a Codelco y no lo privatizó? ¿No fué acaso una seria contradicción con el modelo de Friedman y el evangelio de Chicago?  Lamentablemente pocos, casi nadie sostendría yo, se han detenido a meditar en el significado de esta paradoja y cuya respuesta es más obvia que el huevo de Colón. En efecto, la estatal Codelco debe entregar el 10% de las ventas brutas -del cobre de su producción- para el equipamiento de las fuerzas armadas chilenas. Es la única y exclusiva causa que tuvo in mente la dictadura militar para mantener las minas, nacionalizadas por el régimen de Salvador Allende, en poder del Estado chileno. Más aún la propia Corporación del Cobre (Codelco), fue creada en plena dictadura, mediante el decreto ley número 1.350, promulgado el día 1º de abril de 1976, asignándole a Codelco la calidad de empresa del Estado, minera, industrial y comercial. Este hecho, sobradamente conocido por los pocos detractores de una economía diferente a la neoliberal, es silenciado sistemáticamente por los grandes gurues del modelo de libre mercado o Friedmaniano.

Diversos estudios de instituciones nacionales e internacionales, expertas en el tema,  estiman que para el presente año 2008, la demanda mundial de cobre será algo superior a la oferta, lo que al menos garantizaría una estabilidad en el precio. Sin embargo, erradamente la inmensa mayoría de los chilenos cree que el país se beneficiará con el diferencial costo/precio (en moneda dura), de las cinco millones setecientas mil toneladas de cobre que se programa producir y vender en el año 2008. Nada mas lejos de la realidad, ya que Codelco, el gran aportador a las arcas fiscales no ha reducido la producción de cobre, pero si su participación en el total, siendo en la actualidad del 30%, en tanto que las mineras no estatales producen y venden el 70% del cobre extraído en Chile, situación que sorprendentemente se alcanza a fines del mandato del Presidente Ricardo Lagos, en el año 2005, sin pagar royalties ni impuestos significativos al Estado chileno.

El Royalty es un derecho que el Estado cobra al concesionario por la explotación de sus riquezas naturales. Paradójicamente en Chile, muy por el contrario, el concesionario minero privado recibe un subsidio de todos los chilenos y las utilidades generadas por las compañías privadas tributan un porcentaje inferior al que obligadamente debe aportar al fisco un profesional corriente,  bajo amenaza de prisión en caso de no declarar la totalidad de los ingresos que ha percibido durante el año tributario. Pocos conocen que en el decenio 1996-2006 y antes del alto precio que tiene hoy el cobre, la empresas extranjeras del rubro exportaron a sus países de origen la impresionante cantidad de 80.418 millones de dólares en calidad de utilidades, dejando en Chile solamente los hoyos como herencia para el futuro.

Con  la falsa argumentación  de que sin la inversión extranjera no habría sido posible alcanzar los altos volúmenes de producción que tiene Chile, ¿cómo se puede explicar que nuestro Ministerio de Hacienda  esté realizando inversiones por US$ 20 mil millones en países desarrollados? ¿No era acaso mas sensato que Codelco, generador de esos valores tan significativos, los hubiera reinvertido en el país, con un efecto multiplicador impresionante?

El despojo a Chile no es algo nuevo. Simplemente recordemos que durante el quinquenio 1940-1945, Segunda Guerra Mundial y no siendo Chile un país beligerante, el gobierno norteamericano nos impuso un tributo de guerra, obligando a que Chile les vendiera la libra de cobre en 11,7 ctvs, precio que se duplicó en los mercados internacionales una vez finalizada la guerra con el Eje.

Asimismo, el año 1950, producto de la guerra que USA declaró a Corea y en la que nada teníamos que hacer, las compañías yankis Anaconda y Kennecott fijaron unilateralmente un precio de 24,5 centavos de dólar la libra para el cobre chileno, también como contribución de guerra… Es interesante conocer que el precio internacional del cobre era 3 centavos superior al que se nos obligó a  vender… Como es usual en la actitud de ese país, ambas compañías fueron indemnizadas por su Gobierno, en tanto que Chile no recibió nada de nada. Solo palabras de buena crianza.

Próximo a celebrarse el centenario del nacimiento del Presidente Allende, el hombre que entregó su vida por la dignidad nacional, por la recuperación de nuestras riquezas básicas para el bienestar de su pueblo y la dignidad de los chilenos, hago un llamado a todos los chilenos esparcidos por el mundo y a los  que habitamos el territorio que es nuestra patria, para que juntos hagamos realidad el sueño de Allende. Recordemos que el año 1988 un simple lápiz dijo ¡Basta! Empuñemos nuestros lápices para que Chile entero se una, sea posible convocar a un plebiscito y podamos recuperar nuestra dignidad, nuestras riquezas básicas y llegue por fin la alegría que todavía esperamos inútilmente…

Santiago de Chile
Marzo de 2008

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