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En Paraguay, que viva la izquierda y abajo Fidel

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Un nuevo síntoma no descrito por los tratados de Medicina es el que se apoderó de la oposición paraguaya, que celebró en estos días un brote de fiebre amarilla en el país con eufóricos mítines en lugares de vacunación contra esta enfermedad, cual político que va a la caza de votos en una ceremonia fúnebre.

No debería sorprendernos mucho este tipo de eventos surrealistas en el contexto paraguayo, donde la prensa ultraderechista, que dedica grandes espacios a dirigir furibundas diatribas contra Fidel Castro y Hugo Chávez con insistente regularidad, pretende convencernos que apoya a la supuesta candidatura izquierdista del obispo Fernando Lugo.

Para hacernos una idea del tamaño de la píldora que nos intenta hacer tragar el diario ultraderechista ABC color, vinculado a la National Endowment for Democracy y al embajador James Cason, basta mencionar que hoy miércoles anuncia en tapa con letras catástrofes el fin del “asfixiado y arcaico” régimen castrista pintando un desolador panorama de Cuba a la que ve acosada por escasez de alimentos, especulación en el mercado negro y sin siquiera educación.  Nos informa que Fidel Castro ya ha perdido la razón, encontrándose “desquiciado” y que a la hora de contabilizar sus asesinatos superará a Videla, Pinochet y Somoza. Quizá le es fácil olvidar hoy que a todos estos dictadores su diario defendió apasionadamente, cada cual a su turno.

Todo esto se publica en ABC por orden de su propietario el Sr. Aldo Zucolillo, financista de la represión dictatorial que hoy olvida haber sido un gran defensor de Pinochet, Videla, favorecido de Stroessner en sus negocios antes de perder privilegios, y de quien existen documentos que lo acreditan como mecenas del director del centro de detención y tortura de la dictadura paraguaya,  Antonio Campos Alum.

Para conocer más a este insigne promotor de las candidaturas “izquierdistas” que acompañan al obispo Fernando Lugo, basta visitar los archivos del Terror u hojear la página 302 del libro “Es mi informe” del Dr. Alfredo Boccia Paz, Myrian González y Rosa Palau.  En tales sitios cualquier ciudadano puede informarse que el gran luchador por la libertad de expresión Aldo Zucolillo, entre otros importantes empresarios, aportó un millón de guaraníes de entonces para el relacionamiento internacional y las actividades anticomunistas de “La Técnica”, de acuerdo a documentos encontrados en los Archivos del Terror, clasificados en la Carpeta DNAT, marzo de 1979.

Visitando la hemeroteca de ABC se podrán encontrar otras joyas de la literatura como la defensa que hacían sus redactores de Jorge Rafael Videla, las loas que dedicaban a Pinochet y, por supuesto, los panegíricos a su paternal benefactor Alfredo Stroessner.
Ser el dueño del diario de mayor tirada de la capital paraguaya le permite a Zucolillo tener éste y otros tantos antecedentes silenciados, ya que arbitra  gran parte de lo que en los medios paraguayos se puede decir, y lo que las editoriales pueden publicar.  Ni la Comisión de Verdad y Justicia formada para investigar las persecuciones en tiempos de Stroessner, ni las organizaciones de derechos humanos, ni los políticos abocados al tema se atreven a abrir la boca y cuestionar algunos de estos lúgubres aspectos del pasado del zar de la prensa, que maneja a su antojo a los opositores ávidos de aparecer en las páginas de su diario.

Se trata en su gran mayoría de personajes que si no son mencionados en ABC color, virtualmente no existen, por lo cual deben seguir con abyección las pautas del presunto prócer de la libertad de expresión que no tuvo inconvenientes para defender en sus editoriales a Pinochet para encubrir a su propio cuñado, involucrado nada más y nada menos que en el asesinato de Orlando Letelier.

Tan grande es el delirio de este digno sobreviviente del parque jurásico del tiranosaurio Stroesnner que no sólo se cree facultado para dirigir desde la prensa partidos políticos, sino también modificar con su poder sobre la prensa su propia historia personal y la de los demás. Ya decía Jean Paul Sastre que incluso el pasado podía modificarse por obra y gracia de los historiadores, aserto que Zucolillo y su séquito de escribientes y politiqueros pusilánimes se han encargado de demostrar por medio del experimento controlado que han urdido en Paraguay.

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