Articulos recientes

Al navegar en nuestro sitio, aceptas el uso de cookies para fines estadísticos.

Noticias

Cultura

Arauco y América tienen una pena

Compartir:

"Túpac Amaru subió al patíbulo acompañado por el obispo de Cusco. Mientras lo hacía, se dice en las fuentes que "una multitud de indios, que llenaron completamente la plaza, vieron el lamentable espectáculo [y sabían] que su señor e Inca iba a morir, [y] ensordecieron los cielos, haciéndolos reverberar con sus llantos y lamentos" (Murúa 271).

Como es relatado por Baltasar de Ocampa y fray Gabriel de Oviedo, prior de los dominicanos en Cuzco, ambos testigos oculares, el Sapa Inca levantó su mano para silenciar a las multitudes, y sus últimas palabras fueron:

"Ccollanan Pachacamac ricuy auccacunac yahuarniy hichascancuta."

"Madre Tierra, atestigua como mis enemigos derraman mi sangre."

En Cuzco en el 1589, el último sobreviviente de los primeros conquistadores del Perú, Mancio Serra de Leguisamo, escribió en el preámbulo de su testamento lo siguiente:

"Encontramos estos reinos en tal buen orden, y decían que los incas los gobernaban en tal sabia [manera] que entre ellos no había un ladrón, ni un vicioso, ni tampoco un adúltero, ni tampoco se admitía entre ellos a una mala mujer, ni había personas inmorales. Los hombres tienen ocupaciones útiles y honestas. Las tierras, bosques, minas, pastos, casas y todas las clases de productos eran regularizadas y distribuidas de tal manera que cada uno conocía su propiedad sin que otra persona la tomara o la ocupara, ni había demandas respecto a ello… el motivo que me obliga a hacer estas declaraciones es la liberación de mi conciencia, ya que me encuentro a mí mismo culpable. ¿Por qué hemos destruido con nuestro malvado ejemplo [a] las personas que tenían tal gobierno que era disfrutado por sus nativos? Eran tan libres del encarcelamiento o de los crímenes o los excesos, hombres y mujeres por igual, que el indio que tenía 100.000 pesos de valor en oro y plata en su casa, la dejaba abierta meramente dejando un pequeño palo contra la puerta, como señal de que su amo estaba fuera. Con eso, de acuerdo a sus costumbres, ninguno podía entrar o llevarse algo que estuviera allí. Cuando vieron que pusimos cerraduras y llaves en nuestras puertas, supusieron que era por miedo a ellos, que tal vez no nos matarían, pero no porque creyeran que alguno pudiera robar la propiedad del otro. Así que, cuando descubrieron que teníamos ladrones entre nosotros y hombres que buscaban hacer que sus hijas cometieran pecados, nos despreciaron."

Al sur del Cusco, en un suelo llamado Chile, también hacía lo suyo la prepotencia y crueldad del invasor y su civilkizada cultura "humanista y cristiana". Arauco tiene una pena. Pregúntesele por qué a los pueblos originarios, especialmente a mapuches, pehuenches, huilliches… Los de más al sur apenas podrían responder: fueron exterminados.

Atte., movimiento autónomo de filosofía UC del Norte

Compartir:

Artículos Relacionados

Deja una respuesta

WordPress Theme built by Shufflehound. piensaChile © Copyright 2021. All rights reserved.