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¿Cuándo se jodió la Concertación?

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Reproducimos aquí la entrevista  que el periodista Mirko Macari le hiciera al sociólogo chileno Felipe Portales, a principios del 2003, y que fuera  publicada en La Nación Domingo el 16 de febrero de aquel año. Como podrán apreciarlo nuestros lectores, a pesar del tiempo transcurrido, ni el tema, ni las argumentaciones de Portales han perdido un ápice de su importancia y actualidad,  Por el contrario, hoy, cuando nos encontramos en el cuarto gobierno de la Concertación, y la crisis interna de esta coalición se hace cada vez más pronunciada, el diagnóstico y la caracterización que de ella  hace Portales cobran un sentido casi profético. Transcripción de H.H.B.


Llegó a mis manos el libro de Felipe Portales titulado: CHILE: UNA DEMOCRACIA TUTELADA. Fue en el momento preciso en que releía COMO PEZ EN EL AGUA, la dinámica biografía política de Mario Vargas Llosa, donde [éste] explicaba el sentido y alcance de esa famosa frase de uno de sus personajes de CONVERSACION EN LA CATEDRAL: ¿Cuándo se jodió el Perú? No pude dejar de hacer la relación, porque lo que escribe Portales  busca indagar en las causas de muchos de los síntomas actuales. Cuestiona desde su origen una forma de ejercer el poder, una ética y unos argumentos que se han instalado con tal fuerza, que cristalizaron en sentido común. Por debajo de la coyuntura, de los Gates, los desafueros y toda la chimuchina que mañana será pasado, corren silenciosas las preguntas de clave histórica: ¿Había otra transición posible? ¿Colapsó para siempre la Concertación? 

Periodista: La Concertación dejó para marzo su documento refundacional. ¿Se arregla la crisis del oficialismo firmando papeles para la tele?
Portales: La crisis de la Concertación es mucho más profunda, viene del abandono de su proyecto original de democratizar efectivamente el país y modificar sustantivamente el modelo económico social. Eso se abandonó porque el proyecto de la Concertación se acomodó al modelo político, económico, social y cultural dejado por la dictadura.

Periodista: En Derechos Humanos los cambios no fueron tan pequeños…
Portales: Es que estamos hablando de que la dictadura terminaba de todas maneras el 90. Evidente que no se sigue usando más la tortura como política de Estado, pero el sistema institucional heredado de la dictadura fue asumido en plenitud por la Concertación.

En los 80’ la Concertación definía ciertos requisitos para la democracia que calificó como ineludibles: un Congreso elegido íntegramente  por la voluntad popular, que no hubiera inamovilidad de los comandantes en jefe, etc. A partir del 91 ya se empezó a considerar que existía democracia, imperfecta, se decía, pero que ya existía.

Periodista: O sea usted dice que democracia es algo más que elegir autoridades.
Portales: La democracia es un sistema en el cual las normas fundamentales del país son definidas por la mayoría popular y eso en Chile no existe hasta el día de hoy: estamos bajo el imperio de una constitución que fue impuesta y cuyas líneas autoritarias básicas permanecen intactas. Y en cuanto a la neutralización del poder de la mayoría electoral, eso lo vemos en la influencia de los poderes fácticos que controlan la sociedad chilena. No hay dictadura pero tampoco democracia: es una democracia tutelada.

Pongámosle el nombre que queramos, pero no es democracia como se la entiende en el resto del mundo civilizado.

Periodista: ¿Y cuándo empezó a perder la brújula la Concertación?
Portales: La negociación de las reformas constitucionales de 1989 fue absolutamente excesiva y entreguista. De modo insólito la dirigencia de la Concertación entregó la mayoría parlamentaria que le aguardaba con absoluta seguridad. En la Constitución original del 80 se especificaba que el presidente a ser elegido el 89 iba  atener mayoría parlamentaria simple, teniendo mayoría absoluta en una Cámara y un tercio en la otra. Eso estaba pensado para que Pinochet, teniendo mayoría absoluta en el Senado con los senadores designados, y un tercio en la Cámara, pudiera pasar toda la legislación ordinaria. Como el resultado del plebiscito le fue adverso, y todo indicaba que Aylwin sería presidente, la dictadura se dio cuenta de que además del Ejecutivo, iba  a perder la mayoría parlamentaria simple. Y logró insólitamente que la Concertación le regalara esa mayoría parlamentaria segura que tenía, por medio de la modificación de los artículos 65 y 68 de la Constitución del 80, propuestas que nunca habían sido discutidas en las comisiones técnicas de la Concertación y Renovación Nacional, sino que fueron impulsadas por la UDI y el entonces Ministro del Interior Carlos Cáceres. Desde la partida se ve que hay en la Concertación un ánimo absolutamente concesivo. ¿Cuál es la racionalidad de esto? Primero, que no se estaba dispuesto a entrar en una democratización efectiva del país sin el aval de la derecha. Hemos llegado hoy al nivel en que la alta dirigencia concertacionista está haciendo toda una apología de la obra económica de la dictadura.  Ese mismo modelo que en los años 80 fue duramente criticado como concentrador, injusto e individualista, hoy es visto como absolutamente positivo.

Periodista: ¿No será que eso aconsejaba el sentido común?  Aparentemente no habían más alternativas a la mano… 
Portales: Siempre en la historia hay más alternativas a la mano. Si uno mira las sociedades europeas, con todas las críticas que se les puedan hacer, han construido un Estado de Bienestar, que funciona hasta el día de hoy. Durante 50 años toda la gente allí ha tenido acceso efectivo a los Derechos Humanos más elementales: salud, educación, vivienda, etc. Y eso con una economía solidaria y participativa, que no existe en Chile. En esta materia hay mucho simplismo en nuestro país. Primero se considera que lo que se está haciendo aquí se hace en todas partes del mundo, y eso es falso. Lo que se hace acá es lo más neoliberal en términos de falta de regulaciones, falta de protección social, de carencia de políticas medioambientales, etc., etc. Nuestro modelo es extremo si lo miramos en relación a cualquier parte del mundo.

Periodista: El modelo económico chileno durante los 90’ fue exitoso porque tuvo legitimidad social. El discurso correcto dice la ‘década de oro’ fue tal gracias a la estabilidad política y social.
Portales: Se dicen cosas muy fáciles. Evidentemente que hubo crecimiento significativo e incluso disminución de la pobreza absoluta . Lo grave desde el punto de vista democrático y de la justicia social, es que se fue consolidando el modelo dejado por la dictadura , un modelo concentrador del ingreso, individualista, poco solidario, que produce una escisión en la sociedad chilena. Pero claro, ese malestar no tiene canales de expresión, porque justamente el modelo desarticuló completamente las organizaciones sociales. Entonces hoy no hay sindicatos, cooperativas, colegios profesionales para influir en la configuración de la sociedad chilena.

No hay tampoco pluralismo  en los medios de comunicación: nunca antes en Chile hubo tal concentración de los medios de comunicación en tan pocas manos, que son las de los grandes grupos económicos. En Chile no hay democracia.

Periodista: O sea, cumplir con el cronograma electoral sería sólo una suerte de espejismo…
Portales: Es un espejismo. Lo que estamos eligiendo es engañoso, porque con el sistema binominal la mayoría popular no queda representada en el Congreso. Ahí hay un gran engaño que imposibilita que las mayorías definan la Constitución y las leyes, lo que no es democrático.

Periodista: Queda la sensación de que ante todo es un problema de voluntad política, pero además el desorden parlamentario de la Concertación hecha por los suelos el grueso del argumento…
Portales: Lamentablemente el liderazgo de la Concertación no tuvo voluntad política de acometer esos cambios. Prueba de ello es que, a pesar de que tuvo mayoría en el Congreso entre agosto del 2000 y marzo del 2002, producto de los desafueros de Francisco Javier Errázuriz y Pinochet, sin embargo no se hizo uso de esa mayoría para impulsar reformas profundas.

Periodista: La justificación es que todo se hizo en pos de que no hubiera la famosa regresión autoritaria.
Portales: ese es un sofisma. La dictadura terminaba de todas formas en año 90 y empezaba un nuevo régimen. Lo que ocurrió es que la derecha cooptó el liderazgo de la Concertación para que su voluntad política se acomodara a las cosas tal como estaban.

Periodista: En su libro: CHILE: UNA DEMOCRACIA TUTELADA, usted habla de algunos actores claves en ese proceso de traición al espíritu inicial de la Concertación…        
Portales: Es el que en su época se llamó el partido transversal y que diseñó este modelo de manera tal que, claro, la gente siguiera creyendo que estaban interesados en mayor justicia social, en un cambio efectivo del modelo económico neoliberal.

Todos sabemos que han sido las figuras claves como el mismo Edgardo Boeninger, Alejandro Foxley, Enrique Correa, José Joaquín Brunner, José Antonio Viera-Gallo, Gabriel Valdés. Por lo demás, están orgullosos de haber conducido este proceso, en torno a ellos se han construido estas políticas de abandono del programa inicial de la Concertación.

Periodista: Más allá del tema institucional, ¿no detecta un cambio en la mentalidad de la sociedad chilena? La política tiene que hacerse con lo que hay, y lo que hay es un desprecio por los temas políticos e institucionales. El cosismo derechista parece ser el signo de los tiempos.
Portales: No. Todas las encuestas revelan que la gente sigue insistiendo que desea una constitución democrática. Soy sociólogo y sé como se hacen las encuestas, que tiene un sesgo para señalar que la política no importa.

Y es natural: si alguien le pregunta qué es más urgente para usted ¿ser feliz o comer? Todo el mundo va a decir comer, pero eso no quiere decir que lograr la felicidad deje de ser uno de los objetivos más fundamentales para el ser humano.

Periodista: Pero el cambio de paradigma social es una dato de la causa.
Portales: En eso la dictadura tuvo éxito, introdujo el afán individualista y se creó una cultura materialista que no existía antes en estas proporciones. Con todas sus falencias y contradicciones entre  1925 y 1973 hubo un desarrollo democratizador, no sólo en lo político, sino también en lo social y cultural.

Periodista: Hay una forma de entender el realismo en política  que racionaliza cuestiones atávicas, miedos profundos, complejos que tiene la dirigencia de la Concertación, fundamentalmente al asumir el dogmatismo que ayudó a que ocurriera lo del 73.
Portales: La sociedad chilena quedó muy traumatizada con la dictadura y con las atroces violaciones de los DD.HH., pero no se puede explicar por eso el haber cambiado de visión en lo económico y haber asumido como positivo el neoliberalismo.

Se ha reemplazado el dogmatismo de la revolución por una adoración al libre mercado y a los grandes grupos económicos. Lo más penoso es que se ve una suerte de nuevo dogmatismo que está sustituyendo al otro. No hemos aprendido que las sociedades no funcionan con modelos teóricos absolutistas que los llevan a crisis profundas… nos estamos bandeando de un extremo al otro. Así como en los 60 y 70 había un extremismo izquierdista salvaje, hoy día vivimos un extremismo derechista  igualmente salvaje y no nos damos ni cuenta. No nos damos cuenta que en la práctica los gobiernos de la Concertación han sido gobiernos de derecha. Eso es en gran parte por obra del control comunicacional de los poderes fácticos, porque estamos ante una situación grotesca. Por un lado los gobiernos de la Concertación se constituyeron en los salvavidas de La Tercera y el Mercurio, y por otro lado destruyeron sus propios medios de comunicación. En estos 12 últimos años lo esencial ha sido el abandono de los valores fundamentales que en la década del 80 entusiasmaron al país.

Periodista: Eso en lo institucional, pero hay hitos simbólicos como el haber boicoteado la Acusación Constitucional contra Pinochet, alterando de un modo dramático el sentido del bien y del mal. Esa fue una señal social muy potente…
Portales: Una de las banderas de la Concertación fue la defensa de los DD.HH. y eso también se ha abandonado.  Si bien se hizo el informe Rettig y se logró una reparación para los familiares de los desaparecidos, todo quedó allí.

Las políticas efectivas de la Concertación han sido para buscar la justicia en la medida de lo posible. Si uno mira la actitud del gobierno no sólo en el caso Pinochet, sino en el caso Leighton, en el caso Soria, o en el mismo caso Prats, ha habido conductas orientadas a no obtener justicia. En el caso Pinochet para qué decir, los gobiernos han mantenido en la práctica una actitud a favor de la impunidad de Pinochet, tanto en los esfuerzos para que volviera de Europa como en las gestiones públicas y privadas para que fuera exhimido por razones de salud.

Periodista: ¿Y qué consecuencias tiene eso?
Portales: Se está validando y siendo cómplice de las brutalidades que se cometieron bajo la dictadura. Se está sembrando un mensaje ético terriblemente destructivo para el futuro de Chile, por eso hacer justicia no es un problema del pasado, es un problema del futuro.

Y en la medida en que no se asume eso, se van generando problemas en otros ámbitos: si uno ve la falta de asertividad del chileno, la poca conciencia de sus derechos, los temores que siente gran parte de la población. Claro, nadie va a ser objeto de una desaparición, pero hay miedo a ser despedido del trabajo, a ser discriminado. Vivimos en una sociedad  tremendamente atemorizada. Para qué decir en el ejercicio de la libertad de expresión, hay una autocensura salvaje. Es bueno que se haya acabado la censura cinematográfica, pero nadie parece darse cuenta de que decenas de películas y documentales están hoy en día autocensurados, incluso en TVN se autocensuran cualquier cantidad de documentales que han tenido premios en el exterior, como “El Caso Pinochet”, de Patricio Guzmán.

Periodista: ¿Está instalado el miedo en la sociedad  chilena?
Portales: Es un miedo difuso, que tiene que ver con algo que está en el inconciente colectivo: que estamos en una sociedad que no es democrática, que no respeta los derechos de las personas, donde no hay redes de protección social, donde los partidos no representan nada porque no son otra cosa que redes de clientelismo. Que Santiago sea una de las capitales con peores índices de salud mental del mundo es producto de la herencia de la dictadura y de un modelo económico que atomiza a las personas, que les da inseguridad en el trabajo, en la salud. Es una sociedad donde todo es engañoso, todo es opaco, el sistema democrático existe aparentemente, pero en el fondo no lo es. Se dice que estamos muy bien económicamente, pero eso no lo experimenta la mayoría de la población; se dice que tenemos libertad de expresión, pero cuando alguien dice las cosas como son sufre sanciones directamente. He visto entrevistas de periodistas que toman como natural que los censuren permanentemente en sus propios medios de comunicación. Vivimos permanentemente autolimitándonos y creemos que es la manera normal de vivir.

Periodista: ¿Qué opina de ese discurso que está dispuesto a conceder que efectivamente se cometieron muchos errores, pero que cualquier cosa es mejor que la derecha llegue al gobierno. Es una “ultima ratio” muy efectiva.
Portales: Es un argumento bastante tramposo para mantenerse en el poder. Lo grave es que la Concertación ha convertido sus gobiernos en gobiernos de derecha. La gracia de Jaime Guzmán es que fue bastante inteligente: dijo que era mejor no gobernar directamente sino crear un sistema tan restringido, que los otros que gobernaran lo hicieran al gusto de uno. Hoy no habría ninguna diferencia sustantiva entre un gobierno de Lagos y uno de Lavín. Eso no quiere decir que yo prefiera el de Lavín, porque lo que yo prefiero es que la Concertación volviera a sus objetivos iniciales de crear una sociedad participativa. Pero la Concertación ha perdido su alma, su justificación histórica de construir una sociedad más justa y democrática. Si continúa siendo la administradora del modelo neoliberal va a ir a la derrota más absoluta. Pero incluso ahora no demuestran capacidad autocrítica, creen que al país lo han conducido maravillosamente bien.

Periodista: Sin embargo, no hay que desconocer que al momento de iniciarse la transición en Chile, estaba fresquita la caída del muro, que es finalmente el fin de las utopías de cambio social  y político con cualquier apellido.
Portales: Es cierto. El problema es que los mismos que nos llevaron a un extremo de izquierdismo y de polarización, hoy nos llevan a lo más extremo desde un punto de vista derechista. Una sociedad donde el ídolo pasa a ser el mercado, el dinero, el status, que son valores de derecha, en los que han sido subsumidos los dirigentes de la Concertación.

¡No fue eso lo que se le ofreció al pueblo en la lucha contra la dictadura! Hay un engaño objetivo.

Periodista: Y este cambio de la dirigencia concertacionista  podría explicarse de dos modos: una racionalidad política de que las cosas iban a ser mejor así, o que esa racionalidad en verdad sea la justificación de pequeñas ventajas personales.
Portales: Como estoy trabajando la historia de Chile, estoy llegando a algunas conclusiones provisionales. Quizás si con excepción de las décadas del 60 y 70, nuestra clase media ha sido una clase muy arribista. Con los radicales se llega a excluir al Partido Comunista y a reprimir el movimiento obrero, entonces uno ve esa habilidad de la derecha chilena para ir cooptando estas expresiones de los sectores medios, que son arribistas y que están contentos de ser cooptados por la oligarquía.

Periodista: Usted afirma que la dirigencia de la Concertación en el fondo tiene mentalidad de nuevo rico…
Portales: Si, es parte de ese arribismo histórico. Eso explica su acomodación a políticas que son francamente de derecha. Todo esto de salir en las páginas sociales de El Mercurio y ser convocados por Agustín Edwards para formar parte de Paz Ciudadana y ser bien tratados por la directiva de la Sofofa, que es una cosa bien patética por lo demás. La Concertación se ha colocado históricamente en una posición subordinada a la derecha, lo que es una reafirmación  de su subordinación ideológica y doctrinaria a la clase alta, que es la que está dominando a su regalado gusto como quizás nunca se imaginó hace 40 años que podría volver a dominar. Si alguien hubiera predicho este Chile en la década del 60 lo hubieran puesto en un manicomio. Porque todo iba entonces en el sentido de un sociedad más justa y democrática, que es aún la gran tarea pendiente.

* Fuente: La Nación

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