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Venezuela: La oposición no ganó, nosotros perdimos

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Y la reforma no va, "Por Ahora"
(Caracas, 03/12/07) . La historia nos brinda, una vez más la oportunidad para profundizar el proceso revolucionario. Un revés electoral no implica en lo absoluto una derrota para el proceso, sino mas bien un momento de recogimiento y reflexión para analizar detalladamente cuáles fueron los errores cometidos durante los meses que duró la Batalla por el Sí.

En estos momentos cabe preguntarse, si realmente la oposición nos ganó, o fuimos nosotros los que perdimos. No es lo mismo. Si la oposición hubiera ganado, políticamente hablando, habrían sumado un gran número de electores a sus filas, pero lo que realmente ocurrió es que cerca de 3 millones de los nuestros se abstuvieron, entonces, nosotros perdimos.

Falta de movilización popular, fracaso en la gestión comunicacional (porque no fuimos capaces de contrarrestar la arremetida terrorista de los medios) y abandono de nuestro terreno natural, la calle, son posibles causas de lo ocurrido. Cada uno de los que creemos en la revolución socialista, somos corresponsables de los resultados. Cabe preguntarse si hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance para triunfar, o esperamos a que otros actuaran por nosotros. Si realmente los que detentan altos cargos estuvieron a la altura del compromiso o jugaron a favor de sus intereses particulares, y si el pueblo realmente se articuló  como una maquinaria para defender la reforma.

Desde otra perspectiva, cabe destacar que ayer, mientras nosotros perdíamos el invicto que teníamos desde hace 9 años, ellos celebraban que en el país sigue vigente nuestra Constitución Bolivariana, en la que creemos y a la que hemos defendido, incluso con la vida, desde su nacimiento.

Contradictoriamente, la oposición se regocija hoy de que el modelo socio-político contra el que votaron en diciembre de 1999, y que han combatido desde entonces, se mantiene tal como está. Esto es lo que se conoce como un claro ejemplo de victoria pírrica, que a la larga tiende a derivar en derrota para el que la obtiene.

Además, este escenario posiciona a Chávez como un gran demócrata ante el mundo. Al reconocer "la victoria opositora" con dignidad y gallardía tumba la matriz que lo califica de dictador y autoritario. Le da una bofetada a las empresas de comunicación, nacionales e internacionales, que apostaron a la desestabilización. Una jugada brillante, porque también minimiza la agitación de los sectores adversos nacionales. Sin embargo, debemos estar alerta, porque se sienten crecidos, y podrán continuar con acciones para crear tenciones internas.

Triunfalismo o voto castigo
No es el momento de lamentaciones derrotistas, es el momento de autocriticarnos y revisar por qué más del 40% de los nuestros se quedó en su casa. Los votos perdidos pueden ser en parte por el triunfalismo, porque no se transmitió con énfasis que estaba verdaderamente en juego la revolución, la consolidación de una nueva sociedad socialista y la posibilidad de profundizar los cambios. Hubo comodidad por parte de la dirigencia y por parte de las bases.

Otra posible causa de la abstención, son los descontentos, los decepcionados, los indignados por la forma en que algunos pseudos líderes de la revolución manejan sus parcelas de poder, olvidándose del fin último de este proceso: la justicia social y la dignificación del pueblo. Por eso es la oportunidad para depurar la revolución de oportunistas, de aquellos rojos por fuera y blancos por dentro, que mantienen los mismos esquemas de gestión, pensamiento y acción de la cuarta república, impidiendo desde sus cargos el avance del poder popular.

Desaprovechamos el debilitamiento de la contrarrevolución.
Después de la victoria popular de diciembre 2002/enero 2003 y agosto 2004, la oposición derechista estaba disminuida en Venezuela, quedaron desunidos, desmoralizados y sin un plan claro a seguir. La izquierda fue punta de lanza, se tomaron decisiones y acciones acertadas y se pudo avanzar sin mayores contratiempos hasta 2006, pero luego de la contundente victoria en las elecciones presidenciales pasadas nos sumimos en una especie de sopor victorioso que nos retrasó.

Durante este año 2007, se han agravado problemas que dependen de la capacidad de respuesta gubernamental, como la situación de la red Mercal, de Barrio Adentro, de las misiones educativas, así como el innegable aumento de la inseguridad, el desabastecimiento, la inflación, el retraso en políticas publicas revolucionarias y el innegable fortalecimiento del burocratismo.

Ya Ernesto Guevara advertía en su discurso "Contra el burocratismo" los riesgos de dejar que la vanguardia se mimetizara al Estado burgués, y se perdiera la posibilidad de transformar estructuralmente la sociedad con la burocratización de la revolución. Esto ha estado ocurriendo en Venezuela, y es el momento perfecto para frenar este proceso degenerativo que pone en riesgo la supervivencia de la revolución.

Debemos pensar que se acercan las elecciones regionales y locales, y tenemos que estar preparados porque ahora la oposición tiene un nuevo aire. Así que debemos ser más firmes, llegó la hora de parar de una vez por todas el levantamiento de manos que tanto daño ha hecho a los movimientos locales y regionales.

La hora de los cogollos de la cuarta y de la quinta pasó. Esta es la hora del pueblo, que a través de una nueva estructura que pretende nacer libre de los males del pasado logre la toma democrática del poder. Me refiero al Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV, que surge como un espacio donde desde hace meses se enfrentan el poder constituyente y el poder constituido, consolidado en la quinta.

Esto quedó en evidencia en la campaña, porque cerca de la mitad de los batallones del PSUV lograron derrotar a los politiqueros de siempre que pretendían controlar el partido. Esto originó que durante la campaña  por el Sí gobernadores, alcaldes y concejales, que ocupaban cargos directivos en los partidos de la revolución, y que representan al poder constituido, se negaran a dar apoyo logístico al PSUV que apenas se está construyendo y que evidentemente no contaba con la maquinaria electoral del MVR. Esta lucha  intestina fue otra causa clave en la desmovilización del pueblo revolucionario.

Pero la batalla sigue, hoy y para siempre. Es el momento de que todas y todos, obreros, trabajadores, campesinos, estudiantes, hombres y mujeres de la patria nos avoquemos al debate ideológico profundo, que volvamos a nuestras raíces robinsonianas, bolivarianas, zamoranas y latinoamericanas.

Trabajemos incansables, con humildad, con constancia y con la certeza de que más temprano que tarde consolidaremos en Venezuela una sociedad socialista y consciente. Pero eso sí, tomemos lo bueno y lo malo de este revés y que nadie se quede fuera del debate, porque como acertadamente dijo Paulo Freire "Todos nosotros sabemos algo. Todos nosotros ignoramos algo. Por eso, aprendemos siempre".

¡PATRIA, SOCIALISMO O MUERTE…VENCEREMOS!

* La autora es periodista y su e-mail de la autora: carogerendas@yahoo.com

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