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Fuero Parlamentario: Crónica detallada de la agresión al senador Navarro

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El Paro Nacional convocado por la CUT en contra del sistema neoliberal, dejó un saldo de más de 300 detenidos y decenas de heridos en todo Chile. Pero solo uno de los manifestantes agredidos recibió las disculpas públicas de un General de Carabineros: el senador socialista, Alejandro Navarro. Pero a pesar de las imágenes de televisión que prueban los hechos, 48 horas después el teniente que agredió al senador aún sigue en servicio activo.

“En democracia y en mi gobierno, los trabajadores siempre podrán expresar pacíficamente sus demandas y defender sus derechos. Eso sí, hay un límite y yo quiero que todos lo entiendan muy bien”. Así se expresaba la Presidenta de la República la mañana del 29 de agosto, aludiendo a las manifestaciones convocadas para ese día por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT).

Cabe preguntarse: ¿Cuáles son los límites de expresión a los que se refiere el gobierno? El senador Navarro, el diputado Barrios y altos dirigentes de la CUT fueron reprimidos violentamente sólo por marchar por la vereda. El abogado de derechos humanos Hugo Gutiérrez y el productor de Televisión Nacional de Chile, Rodrigo Pizarro, fueron detenidos sin mediar provocación. Y empapados quedaron varios otros notables como el premio Nacional de Literatura Raúl Zurita.
 
La imagen del senador sangrando profusamente, fue difundida en todo el mundo, pero aún así el Ministro del interior respaldó completamente el actuar de carabineros. Del mismo modo, ni Televisión Nacional de Chile, ni el Colegio de periodistas alzaron la voz por la detención de Rodrigo Pizarro y de otros periodistas. En medio de tanto derecho no defendido, no es extraño que la prensa nacional haya pasado por alto una arista del problema. Desde el día 29 recién pasado, los chilenos ya no tenemos  derecho a  marchar por la Alameda. Ni siquiera un senador de la Republica, del partido gobernante, puede marchar por la vereda de esa avenida sin ser golpeado y atacado por el carro lanza agua. Una tradición nacional, tan arraigada como el mote con huesillo, se pierde sin que nos demos cuenta. Para consolidar la usurpación de este patrimonio ha bastado una orden de la Intendencia.
 
Golpe por la espalda
A eso de las diez de la mañana empezaron los gritos, el redoble de los tambores y el despliegue de los lienzos en Plaza Italia. Eran obreros, estudiantes, personas comunes y corrientes que protestaban contra el sistema neoliberal. La presencia del senador Navarro y de los principales dirigentes de la CUT, hacía suponer que la actuación policial sería la más correcta y que predominaría la expresión pacífica de los derechos, tal como quería la presidenta.

Sin embargo, en el mismo momento en que el senador socialista Alejandro Navarro negociaba con el oficial de turno -en un intento por conseguir permiso para la marcha-, otro carabinero de Fuerzas Especiales se le acercó por la espalda y lo golpeó brutalmente en la cabeza con su bastón de metal. Más tarde, muchos se preguntaban si el agresor había golpeado al senador sabiendo de quien se trataba o si había sido un acto irreflexivo. Pero según fuentes que optaron por el anonimato, el ataque al senador bien podría responder a una acción de inteligencia. Lo que sí está claro para los asesores de Navarro, es que el teniente Manuel Roco sabía perfectamente que estaba agrediendo a uno de los dirigentes de la marcha, cuestión que vuelve a poner en tela de juicio el proceder de la policía chilena.

La porfía de marchar
Después de la agresión, vino lo de siempre: carabineros dispersó a la multitud con caballos, golpes, carros lanzagua, gases lacrimógenos y decenas de detenciones al azar. No hubo reacción violenta por parte de los manifestantes, ni barricadas, ni destrozos, ni bombas molotov atravesando los cielos, al menos no en Plaza Italia. La única respuesta de los trabajadores fue el porfiado intento de seguir marchando por la Alameda, hacia el palacio de gobierno.
 
Navarro, con la cabeza sangrando y el cuello de la camisa teñido de rojo, intentó conducir el avance de los trabajadores y caminó algunos metros por la Alameda a la cabeza de un pequeño grupo de personas, demostrando una buena dosis de coraje.

Probablemente estaba mareado, confundido, o tal vez el golpe había sacudido aquella zona de su cerebro donde se almacenaban las palabras de Allende: “sigan ustedes sabiendo que más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”.

Pero a los pocos metros los periodistas le cerraban el paso, empujándose unos a otros, ansiosamente, concientes de estar reporteando la noticia del día.

-¿Qué le ha pasado senador, está sangrando?
-Me golpearon por la espalda, la gente de la CUT dice que fue un carabinero. Pero lo más grave es que no se haya autorizado la marcha. La gente que está aquí, se ganó la democracia marchando contra la dictadura…  ¡Mi gobierno no le puede temer a los trabajadores! –  contestó el contundido senador, sin poder hilvanar bien sus ideas.

– ¿Y que opinión le merece esta situación?
– Yo creo que el gobierno tiene que evaluar como va a manejar estas situaciones, porque se van a producir no porque el partido socialista o el partido comunista quieran. Esto está desbordándose solo.- 

-¿Pero dónde recibió el golpe? – le pregunta una incrédula periodista de tacón alto y traje ajustado.
-En la cabeza…Me mareé un poco, pero decidí quedarme, para ver como terminaba esto.

– ¡Vamos Navarro, vamos! – le dicen los trabajadores, interrumpiendo la entrevista, y él sigue marchando decididamente, como lo hacía en sus mejores años, antes de cumplir los 30, cuando era Presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Concepción.

Un pequeño grupo de manifestantes lo sigue. Están dispuestos a intentar otra vez la ruptura del cerco policial. Pero llegan más periodistas y la marcha se ralentiza.

– ¿Qué opinión le merece que sucedan estas cosas en una manifestación social?
– Yo creo que fue un error no haber autorizado la marcha. Porque con Sergio Aguiló, y Marco Antonio Ominami (diputados socialistas), siempre dijimos que a la primera manifestación de violencia nos íbamos a retirar…Bueno lo importante es que esto termine bien – concluye Navarro.

– ¡Como va terminar bien con toda la gente que hay detenida! – grita desaforadamente una mujer  detrás del senador.

– ¡No se preocupe, señora, vamos a ir a ver a los detenidos! – replica el senador.

Llegan más periodistas y las preguntas se multiplican.

-¿Cuál es el mensaje para el gobierno? ¿Cómo es posible que se golpee a un Senador de la República? ¿Qué queda para los demás? ¿Para el ciudadano común? 
-La Concertación tiene dos almas y yo estoy por el alma de los trabajadores y el gobierno tiene que entender que la gente tiene derecho a manifestarse. La gente que está aquí, luchó por conquistar la democracia y no se le puede prejuzgar violenta. Es cierto que hay grupos que hacen violencia, pero yo creo que había capacidad de neutralizarlos…

La misma mujer indignada interrumpe al senador nuevamente: “¡Los pacos son los que hacen violencia, el hambre es lo que hace violencia, la explotación es lo que hace violencia…!”

– Exacto, así es – replica Navarro.

-¿Fue una provocación entonces? – pregunta un periodista.
– A mí, carabineros me golpeó por la espalda. Golpeó a Lautaro Carmona (dirigente comunista) en el estómago, por lo tanto hay una falta de manejo. Carabineros siempre es el jamón del sándwich, se los pone en una situación muy difícil, pero igual un golpe por la espalda no se justifica…

-¿Qué te parece que Hugo Gutiérrez, abogado de derechos humanos, esté detenido? Pregunta un joven periodista con pinta de colaborador independiente de medio alternativo.
– Es como en la dictadura –  contesta el senador sin dejar de marchar – ¡Gutiérrez preso, y Navarro apaleado!

La entrevista se suspende, los caballos de carabineros se interponen nuevamente en el camino de los dirigentes, mientras toda persona situada a más de 20 pasos del senador es mojada por el carro lanza agua, golpeada o detenida. El periodista se pega al senador y logra cruzar el cerco de caballos a duras penas.

-¿Es primera vez que te golpean en democracia? –
– Sí, efectivamente, es la primera vez – contesta Navarro un tanto ensimismado.

-¿Y esto marca un antes y un después para ti? –
– Yo creo que si, la situación genera un punto de inflexión. Yo espero que sea para bien y que el gobierno asimile que tiene que tener un cable a tierra con la gente, ¡que tiene que escuchar, por la cresta, a la gente!

El senador sigue avanzando, pero apenas unos metros después el carro lanzaguas se detiene justo en frente a él y dispara con certeza. Navarro, los dirigentes de la CUT y el periodista independiente quedan completamente empapados.

– ¿Alejandro, que te parece la represión, estamos completamente mojados? ¿Y todos vamos  por la vereda? – dice el periodista.
-Yo creo que hay un descontrol de carabineros, se les escapó de las manos y han sido desbordados… – dice Navarro mientras intenta secarse la cara y el pelo con un pañuelo.

– ¡Pero no es primera vez que pasan estas cosas! ¿Qué habría que hacer para que dejen de ocurrir? –

Silencio. El senador ya tiene suficiente. Golpes, agua, gases lacrimógenos y preguntas comprometidas, son un cóctel demasiado indigesto para él.
Los asesores de Navarro ven venir otra vez al carro lanzaguas y comprenden que hoy nadie está a salvo en las calles de Santiago, ni siquiera un senador.

-¡Vámonos Alejandro! – le dicen – ¡por aquí llegamos al Hospital, para que te vean!

El senador se niega. Dice estar preocupado por la pequeña marcha que encabeza y que quedaría abandonada a su suerte si el se retira. Más impactos de agua y gases tóxicos caen sobre la gente, a pesar de que todos marchan tras Navarro, en absoluta calma y siempre por la vereda.

– ¡Los farsantes del gobierno dijeron que podíamos expresarnos en paz y libremente! ¡¿en que quedamos?! – grita un trabajador, pero este grito se confunde con otros más desgarradores. Un menor de edad acaba de caer al suelo con el rostro lleno de sangre. Nadie sabe bien lo que lo que le ha pasado.

 -¡Un herido, un herido! – dicen los asesores de Navarro, como si el herido les hubiese caído del cielo.

– ¡Vamos Alejandro, vamos al Hospital, llevemos a este chico y aprovechamos para que te vea un médico, mírate como tienes la camisa. ¡La herida no deja de sangrar!

Por fin el senador reacciona como senador y se retira escoltado por sus asesores. Por fin ha comprendido lo que sus secretarios hace rato le venían insinuando, por fin ha comprendido que hoy, en Santiago de Chile, no existe fuero parlamentario.  

viernes, 31 de agosto de 2007 

*Fuente: El Clarín 
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