China: El coste humano de un milagro económico
Los (trabajadores) migrantes internos en China –ciudadanas y ciudadanos chinos procedentes de zonas rurales que residen y trabajan en ciudades chinas– son víctimas de diversas violaciones de derechos humanos y de discriminación debido a su origen social –es decir, rural–. Se les excluye de una amplia gama de servicios, prestaciones sociales y derechos positivos disfrutados por otros residentes urbanos, y muchos siguen corriendo el riesgo de ser trasladados a la fuerza a sus lugares de origen.
«..Me siento celoso como norteamericano con lo que he visto en Cuba»
Le interesa más ser recordado como historiador que como autor de ficción…, su obsesión es una sola: el extravío de la República. «El principal trozo de sabiduría que aprendí de Thomas Jefferson, y este de Montesquieu, es que no se puede mantener una República y un imperio al mismo tiempo. Desde 1846, en guerra con México, somos imperialistas rapaces».
«A través de la justicia se persigue eliminar un conflicto político»
Terrorismo informativo o la información del miedo
Existe el terrorismo informativo. Este se puede definir como la utilización de los recursos de la comunicación para generar situaciones de miedo y hasta de terror, que grandes cadenas internacionales o medios informativos locales aplican cuando existen determinados intereses o alianzas en juego. Los medios de comunicación que han participado de estos actos de terrorismo informativo, han tomado partido y generado abiertamente un miedo social vía la distorsión de la realidad, ello, con fines estrictamente político-económicos.
Los advertidos
Uno de los más bellos relatos de Alejo Carpentier se titula Los advertidos y cuenta una historia conmovedora: la del anuncio divino, al héroe mitológico indoamericano Amaliwak, de la llegada de Grandes Trastornos a la vida del hombre. Sin saber la última razón de los dioses, Amaliwak debe preparar una gigantesca embarcación en la que albergará a su familia y una pareja de los animales que habitan la tierra. … comienza entonces a caer una “lluvia de cólera de Dioses”, la llama Carpentier, que azota la tierra por un tiempo que el sabio Amaliwak es incapaz de medir.