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Bolivia: La posibilidad de un cambio histórico

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“Ya es tiempo de que los humillados por la historia conduzcan el país”. Esta frase pronunciada por el líder campesino Evo Morales en el acto de cierre de campaña en Cochabamba, alienta la esperanza de millones de bolivianos, y atemoriza y preocupa a la minoría que viene ejerciendo y heredando gobiernos y los grandes negocios en este país. Esa es la disyuntiva central de la votación del domingo en Bolivia. Una elección que solo será la puerta para acceder a un difícil e incierto proceso.

Continuismo neoliberal o ruptura

Poco más de 3 millones y medio de bolivianos han sido convocados para los comicios del próximo domingo para elegir presidente y vice, diputados, senadores y prefectos departamentales. Los viejos partidos políticos llegan a este proceso electoral completamente desacreditados. Las distintas siglas que durante los últimas dos o tres décadas han sostenido las políticas neoliberales desde puestos de gobierno, se han refugiado en los comicios locales. A nivel estatal, son los afluentes que alimentan la candidatura de Jorge Quiroga, ( Poder Democrático y Social, “Podemos”) ,  candidato favorito de la Casa Blanca en estos comicios y esperanza de la minoría blanca ( mas o menos el 10% de la población, pero que controla el 45 % de la riqueza del país.)  Quiroga representa el último intento dentro de las formas democráticas para que los sectores conservadores frenen el avance de los movimientos indígenas, campesinos y populares agrupados tras la candidatura del Movimiento al Socialismo, ganadora en todas las encuestas previas.

 “Tutto” Quiroga fue vicepresidente del ex dictador General Hugo Bánzer en 1998 y le sucedió en la presidencia – a su fallecimiento en el 2001 – completando el período hasta el año 2002.  Tiene 45 años de edad y realizó estudios de ingeniería y administración de empresa en Estados Unidos, país donde fue funcionario de la empresa IBM. Cuando regresó a Bolivia, adhirió al ADN, el partido de Bánzer, y se erigió en defensor de los intereses de las grandes empresas y de los inversores extranjeros. La base de su estructura electoral es la del antiguo ADN, maquillada por el más atractivo nombre de “Podemos”.

La alternativa de cambio

El otro polo electoral, es la candidatura de Evo Morales del MAS, Movimiento al Socialismo.  Evo tiene un origen muy humilde, similar a la de la mayoría de los bolivianos. Nació en el seno de una familia aymara, nación indígena que tiene tres principios fundamentales en la formación de toda persona: ama sua (no seas ladrón), ama quella (no seas flojo), ama llulla (no seas mentiroso); conceptos a los que más tarde se agregó un cuarto: ama llunku (no seas servil). Fue un niño criador de llamas, pero también panadero, ladrillero, trompetista y campesino. Hizo una rápida carrera sindical que comenzó desde abajo, llegando por su reconocido liderazgo y honestidad a presidir actualmente las seis federaciones campesinas del Trópico boliviano. Fundador del MAS, consiguió en apenas 10 años convertir a este movimiento en la primera fuerza política del país. Propone la nacionalización de los recursos energéticos, impulsa la refundación de Bolivia a través de una Asamblea Constituyente, reivindica los postergados derechos de indígenas y campesinos, y apoya un eje latinoamericano soberanista.  Lleva como vice-presidente a un intelectual de 43 años, Alvaro García Linera, que formó parte en los años 90 del movimiento guerrillero Tupaj Katari.  Por ese motivo estuvo preso entre 1992 y 1997.
 
Fue García Linera quien incorporó al programa de Evo Morales la propuesta de “capitalismo andino”, cuya base está sustentada en la economía familiar, el estado, la inversión extranjera, la microempresa y la economía comunitaria. También ha sido el vínculo con sectores intelectuales y cuadros medios de la administración que serían imprescindibles en un eventual gobierno. Quizás a esa conjunción entre su liderazgo campesino y la proyección intelectual de García Linera se refería Evo cuando afirmó en Cochabamba en el acto de cierre de campaña: “es importante combinar la conciencia social con capacidad profesional, capacidad intelectual con conciencia acerca de nuestra identidad, y cuando combinemos ambas vamos a liberar a Bolivia, cambiar a Bolivia”.

Una tercera opción sin posibilidades de triunfo, es la candidatura del “Rey del Cemento”, el empresario Samuel Doria Medina, que proviene del MIR e intentó aparecer como una opción de “centro”, entre Morales y Quiroga. Bajo el nuevo y ascéptico rótulo de “Unidad Nacional” ha recogido los restos menores del naufragio de los viejos y desacreditados partidos. A pesar de que habla de “recuperar las empresas y los recursos nacionales”, está fresco el recuerdo de su gestión como ministro del gobierno de Paz Zamora durante la cual alentó de modo entusiasta la privatización de las empresas públicas.

Las últimas encuestas daban a Morales poco más del 34 por ciento de los votos. Quiroga no llegaba al 30 y Doria apenas alcanzaba el 10. Pero hay dudas sobre la fiabilidad de estas cifras. Las encuestas suelen basarse en los grandes centros urbanos y no llegan a regiones del interior. Si esto es así, cabe esperar que en realidad la polarización sea mayor,  la diferencia más amplia a favor del líder campesino, y la votación para Doria, aún menor de la que señalan las encuestas. Eso siempre que no haya irregularidades manifiestas en el proceso.

Como se llegó a esta convocatoria electoral

Es oportuno recordar que esta convocatoria al pueblo boliviano fue la mejor salida que los políticos y sectores de poder encontraron a una larga crisis de inestabilidad originada básicamente en el rechazo popular a las políticas neoliberales.

Las movilizaciones reivindicativas de indígenas y campesinos iniciadas en los años 90, fueron tomando formas organizativas que sentaron las bases de nuevas estructuras populares. En ese camino, hubo importantes y duras luchas de resistencia, como las que consiguieron recuperar el control público de las aguas de Cochabamba, en manos de la transnacional Bechtel que aplicaba tarifas abusivas a la población. En febrero del 2003, una revuelta popular provocó que el presidente Gonzalo Sánchez de Losada (que había accedido al gobierno en una vergonzosa componenda en el parlamento en el que solo tenía el 15 % de los escaños )  huyera del país y se asilara en Estados Unidos. Esta rebelión impidió –entre otras cosas- que concretara su intención de vender en condiciones muy desfavorables para su país las reservas gasíferas de Bolivia. La represión que ordenó antes de su partida, dejó más de 60 muertos y cientos de heridos entre los manifestantes populares.

Le sucedió su vicepresidente, Carlos Mesa, que apenas aguantó otros 19 meses en el gobierno, a pesar de sus esfuerzos por desmarcarse de las políticas de su antecesor.

Tras otra crisis en la que Bolivia estuvo nuevamente al borde del precipicio, asumió el presidente de la Corte Suprema, Eduardo Rodríguez Veltzé. Durante su gestión dispuso finalmente convocar elecciones presidenciales y parlamentarias para el domingo próximo como salida al virtual empate entre las fuerzas conservadoras y las que impulsaban las demandas populares. También accedió a convocar una Asamblea Constituyente. Eso sí, “pateó hacia delante” esta convocatoria electoral que reclamaban el MAS y otros sectores sociales. Se realizará el domingo 2 de julio del 2006, medio año después que estas presidenciales y parlamentarias.

El dia después

En nuestras anteriores crónic
as sobre Bolivia hemos detallado las ancestrales postergaciones de las mayorías indígenas y campesinas. ( Los interesados pueden consultar en nuestra página www.serpal.info  las notas 265, “Bolivia, la injusticia interminable” ; 295,  “Bolivia: La crisis cierra en falso” ; 302,  “Bolivia: La caldera no aguanta más presión” y 303 – “Bolivia: Crónica de urgencia” ).  Por eso esta convocatoria electoral y las firmes posibilidades de victoria del MAS y su candidato Evo Morales, colocan a Bolivia en el umbral de un cambio histórico. Pero sería simplista suponer que el mero resultado en su favor, definirá la posibilidad de un acceso pleno al gobierno y más aún de la posibilidad real de gobernar.

Las leyes bolivianas determinan que el vencedor deberá obtener la mitad mas uno de los votos para acceder de forma directa a la presidencia, algo que no suele ocurrir nunca y previsiblemente tampoco ocurrirá el domingo. En ese caso, serán los nuevos parlamentarios quienes deberán ponerse de acuerdo en elegir entre los dos más votados. Este proceso ha originado en el pasado vergonzosas trapicheos, con mucho de reparto mafioso y nada de acuerdo programático. Es evidente que la mayoría de los bolivianos no admitiría pasivamente que tras una previsible victoria del MAS, le fuera escamoteada la presidencia a Evo Morales a través de una componenda parlamentaria que incluyera reparto de cargos y prebendas.  Esto es tan así, que la posibilidad de repetir este escenario ha llevado al  comandante en jefe de las FF.AA. almirante Marco Antonio Justiniano a exhortar a los políticos a que respeten la primera mayoría de votos, aunque esta sea relativa. Y el jefe del estado mayor del ejército durante un foro de los presidenciables ante mandos militares, anticipó: “Tenga Ud. Sr. diputado Evo Morales la seguridad de que siendo usted gobierno, la institución también vá a obedecer sus órdenes y cumplirá al pie de la letra lo que diga”.  Algo que debería ser obvio si Morales es elegido presidente, pero un anticipo nada desdeñable en un país donde tantas veces sus generales han sido la fuerza armada de intereses minoritarios.  También sectores empresariales, más temerosos de una nueva etapa de inestabilidad que de las posibles políticas del MAS han sugerido que los parlamentarios confirmen a quien obtenga mas votos.

Pero aún así, el ejercicio de la presidencia tendría límites concretos. Evo Morales obtendrá la mayoría en dos de las tres regiones más pobladas: La Paz y Cochabamba. También ganaría en Oruro y tiene posibilidades en Potosí. Pero Quiroga aparece como vencedor en  otro departamento de alta población: Santa Cruz, y además en Tarija, Beni, Chuquisaca y Pando. Esa posibilidad, mas las diferentes circunstancias regionales, permiten anticipar un mosaico mayoritario de fuerzas opositoras que frenen cualquier iniciativa parlamentaria de un eventual gobierno de cambio.

Factores desestabilizadores

La embajada norteamericana en La Paz, que nunca se preocupó en ocultar su abierta injerencia en los asuntos internos de Bolivia, envió algunas señales: alertó a sus connacionales residentes en el país para que “se prepararan” ante una posible etapa de convulsión social, alentando la imagen de “Gana Evo Morales =  caos” que difunden no pocos medios.   El Subsecretario Adjunto de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Charles Shapiro deslizó que “no sería buena noticia para Washington ver que la beligerante combinación Cuba-Venezuela se convierte en trío”. Eso sí, no mencionó por su nombre a Evo Morales, quizás recordando que en las anteriores elecciones su abierta exhortación a que no se le votara originó numerosas protestas y el efecto contrario. Otro funcionario de alto nivel advirtió que “Estados Unidos valorará su relación con Bolivia después de las elecciones”.  De lo que se deduce que la Casa Blanca persiste en  los acostumbrados “tics” imperiales.

Otro flanco difícil para un eventual gobierno del MAS lo constituye la situación pre-autonómica que anima a los departamentos de Santa Cruz y Tarija, bajo los cuales se encuentra gran parte de las riquezas gasíferas.  El primero de ellos alberga sectores empresariales que reniegan del resto del país, muchas veces con conceptos racistas y excluyentes, que dieron origen a movimientos de corte neofascista como “Nación Camba”. Con una prédica demagógica, personajes de la oligarquía cruceña han alimentado posiciones separatistas.  No por casualidad recaló recientemente en Santa Cruz un personaje como el “reverendo Sun Myung Moon”, impulsor de la secta que lleva su nombre. Allí se entrevistó con empresarios sojeros, y miembros de “Nación Camba”. La secta Moon tiene una oscura pero persistente presencia en diversos puntos de América Latina, con delirantes conceptos místicos, pero con terrenales inversiones y posesiones económicas. Denunciados sus vínculos con la CIA, la secta Moon se benefició con negocios en Chile, Argentina y Uruguay durante los gobiernos dictatoriales.
 
Este dato que intercalamos no es gratuito ni pretende teorías conspirativas. La presencia de la secta Moon en Bolivia no es nueva. El periodista cochabambino Wilson García Mérida nos recuerda en Bolpress que el diario Los Tiempos, publicaba el 4 de setiembre de 1981 que “la secta religioso-política del predicador Sun Myung Moon habría apoyado el golpe de Estado del general Luis García Meza con la considerable suma de 5 millones de dólares”. Sí, aquella renovada tragedia boliviana de muerte y represión, que comenzó con el asesinato de uno de sus líderes más lúcidos, Marcelo Quiroga Santa Cruz.

El fantasma de “Lula”

La circunstancia de que los candidatos Morales – García Linera hayan moderado su mensaje a medida que se tornaba más posible su victoria electoral, ha desatado los recelos de los sectores más radicales de la izquierda boliviana y de algunos de sus originales seguidores. Mientras unos argumentan “realismo” y/o adaptación a unas circunstancias electorales, otros advierten la posibilidad de “traición”. El fantasma del proceso brasileño, también acunado en sueños y grandes expectativas, pero agujereado luego por los casos de corrupción, lentitud en los cambios anunciados, y continuidad en las grandes líneas económicas, planea sobre la posible victoria del MAS. Ese recelo es un sentimiento casi inevitable para todo boliviano que tenga  memoria histórica y recuerde tantas esperanzas fallidas.

 Por su parte, la Primera Cumbre Nacional Obrera y Popular realizada recientemente en la ciudad de El Alto, próxima a La Paz, avanzó ya su convicción de que nada fundamental cambiará después del domingo. Proclamó en su declaración que estas elecciones “no resolverán los problemas que estrangulan a los bolivianos ni defenderán la soberanía y la dignidad de la Nación.”  En su texto, reniegan incluso de las posibilidades de la Asamblea Constituyente y autopostulan a su propia Asamblea Nacional Popular Originaria como un órgano de poder. Suscriben la COB, Central Obrera Boliviana y la Federación Sindical de Trabajadores Mineros, que todo sea dicho, son siglas históricas en la lucha social del pueblo boliviano, pero que no tienen la representatividad de antaño.

Hoy por hoy, estas posiciones cuya existencia, por rigor en el análisis cumplimos en señalar, no prevalecen en la expectante vigilia electoral de los bolivianos.

Perspectivas

 Sea cual sea el resultado electoral, se abre para Bolivia una difícil etapa donde nuevamente
quedará expuesta la confrontación de dos modelos antagónicos: uno basado en la continuidad del control político para asegurase  a su vez mantener los controles en lo económico y en lo social. Significaría básicamente, mantener el injusto reparto de la riqueza y las oportunidades. ( Bolivia tiene casi nueve millones de habitantes, de los cuales, según datos oficiales, más de un 30%  vive en extrema pobreza con menos de un dólar por día.)

 El otro, una forma todavía imprecisa de cambio y transformación que consiga el control de los recursos nacionales, nivele desigualdades, otorgue participación y derechos sociales básicos como educación y sanidad  a las mayorías postergadas. 

 Como analizamos en vísperas de los procesos electorales en Brasil, en Uruguay o en Argentina, cualquier posibilidad de cambio a través del voto no significa una apuesta o un cheque en blanco. Se trata de ejercer esa posibilidad democrática, con todas las limitaciones que existen, pero sin bajar la guardia, sin desmovilizarse, sin abandonar la implicación ciudadana después de votar. Pero estar alertas no puede significar abandonar la perspectiva histórica de un cambio importante y además, en el marco de unas especiales circunstancias en  América Latina.

 Por el contrario, la fortaleza de una posibilidad de cambio está en la acumulación social, en la base activa de ese cambio. También en
esa fuente reside la posibilidad de consolidar cualquier avance. Y ese potencial está en la fuerza colectiva, es decir, en la voluntad activa
de cada uno de nosotros.

Enviado a PiensaChile por SERPAL
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