Esta obra maestra de Caiozzi, nos presenta la madurez del artista. Los textos se suspenden como suspiros colgando de espacios con calderones sin fin. La belleza contenida en la belleza. La inocencia del cuento infantil se entremezcla sutilmente con la imagen de la muerte sin abandonar la poesía y sin caer en el espanto. Volviendo a Joyce, la trama se va desarrollando en un entorno que pudiese ser el propicio para la aparición de seres fantásticos como sirenas, tal vez williches, despertando de sueños de caleuches y pincoyas, en medio de mares y bosques encantados.