La irrelevante Cumbre del G20, esta vez en Buenos Aires, creada a raíz de la grave crisis financiera de EEUU en 2008, desde ahora ha sido eclipsada por las reuniones tangenciales y trascendentales de Trump respectivamente con el presidente ruso, Vladímir Putin, y con el mandatario chino, Xi Jinping, a quien invitó a cenar. Es el ocaso de EE.UU. como principal y única potencia mundial. Esto es tan así que hasta el primer israelí, Benjamin Netanyahu, íntimo aliado de Trump, se ha sumado al proyecto de la Ruta de la Seda de China al grado de haber cedido dos de sus tres puertos para el manejo chino, además de la participación de Pekín en proyectos de infraestructura del Estado judío.