Mientras Estados Unidos (EU) realiza cuentas alegres con los dos brazos de sus ominosas tenazas geopolíticas/geoeconómicas –tanto de la Asociación Transpacífico (ATP) como de la Asociación Trasatlántica de Comercio e Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés), los cuales supuestamente captarían las dos terceras partes del comercio global–, las tres grandes geoeconomías de la proyectada nueva ruta de la seda conectarían a la hoy segunda geoeconomía global, China –a punto de desbancar a EU–, Alemania (primera en Europa y la cuarta a escala global) y Rusia (octava economía global).