Los firmantes son casi los mismos gobiernos que participan en el Grupo de Lima, mecanismo que no descansa en sus esfuerzos por estrangular la revolución bolivariana, una instancia que sólo se justifica por el intento de sepultar la Unasur, sirviendo los dictados del gobierno estadounidense que ya cumplen la Organización de Estados Americanos (OEA) y organismos financieros como el Banco Interamericano de Desarrollo.