Si juntamos seriamente los fiascos técnicos, administrativos y políticos, con una elite con perfiles serios de corrupción, y una manifiesta incompetencia gubernamental, el resultado es alarmante. Porque resulta falaz decir que Chile se encamina a parecerse a México en materia de inseguridad ciudadana y corrupción. Lo verdadero es que ya somos Tijuana y Ciudad Juárez hace rato, y que a nuestro modelo criollo solo le faltan cadáveres ilustres para ser la peor versión de Colombia.