Al analizar la conmemoración del desembarco aliado en Normandía, el aniversario de los sucesos de la plaza Tiananmén y la campaña con vista a la elección ‎del Parlamento Europeo, el autor observa que los occidentales no paran de mentirse a ‎sí mismos sobre la Historia y de autocongratularse por cosas que nada tienen de ‎gloriosas, a pesar de que la Verdad es lo único que puede liberarnos. ‎