Cuando Encina habla de límites con Argentina, Bolivia y Perú, surgen todos sus prejuicios racistas; según él, los mapuches son un pueblo que aún permanece en la edad de piedra pero, afortunadamente, en nuestro país predominó la sangre goda; en Bolivia, por el contrario, sólo el 15% es blanco, en un mar de aymaras y mestizos; Encina no podía evitar citar al más racista de los escritores latinoamericanos: el calvo Domingo Faustino Sarmiento, el autor de la famosa obra Facundo y la lucha entre la civilización y barbarie: “Hacía ya muchos años que regía a Bolivia el cholo cuya duplicidad inspiró a Sarmiento esta célebre frase: a los bolivianos hay que saludarlos en plural para que no se resienta el diablo y la mentira…” (Encina, 1963).