Aceras atestadas de indigentes, montañas de basura acumulada y miradas hostiles por todas partes: no son las calles de ningún país endémicamente asolado por la pobreza o la guerra, sino las del centro de una de las capitales de la opulencia. Con sus miles de habitantes sin hogar, el barrio de Skid Row en Los Ángeles se ha convertido en un arquetipo de la miseria que a veces puede hallarse en el primer mundo y confronta al país más influyente del planeta con sus propias contradicciones.