Monseñor Ezzati, con su abultado vientre de cardenal, es un explotado más, pero esta vez por la iglesia católica, que le paga el miserable sueldo de $400.000. Es conmovedor como nuestro cardenal cumple estrictamente con el voto de pobreza y ha decidido dejar de lado la rica mesa italiana, los vinos licores y las fiestas diplomáticas. Es indignante que una institución tan rica, como la iglesia, pague tan mal a quien con tanto celo y dedicación la asiste.