“Los pobres no pueden esperar” repiten una y otra vez los referentes morales del mundo, pero a ello debiéramos agregar que menos espera es la que pueden soportar, todavía, los ancianos, los que ya han trabajado toda una vida. Pero para los que gobiernan, para los que ya se hicieron ricos, como para sus cómplices y encubridores, por supuesto parece “extremista” exigir una reforma pronta y contundente al sistema previsional. Así como hasta “terrorista” podría parecerles que, además de abogar por la demolición del sistema, se exija desde ya incrementar las pensiones que reciben tantos chilenos.