Francisco fue acogido por la “caliente” solidaridad cubana, que actualmente se extiende por más de 100 países, que cuentan con los servicios de sus médicos y profesores. Aterrizó en La Habana en el momento en que Cuba pasa por importantes cambios, a fin de adaptar su economía a los nuevos socios fuera del campo socialista. Todo ese proceso es visto por la población con esperanza y cautela. Cautela porque, como me declaró un amigo cubano, “será el choque de un tsunami consumista con la austeridad cubana”. Sólo el tiempo revelará el nuevo perfil del único país socialista de la historia de Occidente.