En el tema del pedido de extradición de Raúl Escobar, presunto asesino de Guzmán, llama la atención que nadie del gobierno hable quién era Guzmán. Esa es la razón fundamental por la cual he sentido de justicia hacerlo. Saber quién realmente era Guzmán es clave en la comprensión de su muerte. Por otra parte, no se entiende el lacayuno apuro de la Cancillería chilena para atender la exigencia de la UDI, en cuanto extraditar a Escobar, cuyos corifeos, en buena parte colaboradores directos de una dictadura terrorista, no tienen derecho moral para levantar ahora la voz y hablar de justicia. Subrayo también que la cancillería no ha atendido otras peticiones de extradición, hechas desde hace décadas por abogados de las causas de Derechos Humanos.