Que Chile Vamos se disuelva es cuestión de tiempo. Lo lógico es que esto ocurra previo a las elecciones de 2021, una vez que el tablero político esté redefinido. Pero no descarto que, con posterioridad al plebiscito de abril, las cosas se pongan muy complicadas al interior de la alianza de derecha. No será fácil recomponer las confianzas después del quiebre entre los que han estado en posiciones tan encontradas. Sin embargo, más allá de lo formal, el conglomerado oficialista ya está en la práctica muerto. Desalineados, lejanos, mirándose con recelo, faltándose incluso el respeto, solo resta el réquiem final.