El próximo gobierno de Michelle Bachelet se va a instalar en un país que se encuentra sometido a la tensión entre dos tendencias, una hacia un fortalecimiento de la Institucionalidad y otro hacia la Movilización, una tensión que atraviesa a los distintos sectores políticos. Se trata, ciertamente, de dos polos que se ordenan en diversos grados de radicalidad y que estructuran el espectro político desde el conservadurismo extremo hasta movimientos sociales y ciudadanos muy activos.