Chávez primero, Maduro después, Castro antes y primero que ellos, Lenin y Trostky entendieron un concepto básico: no basta la capacidad para llevar adelante un proceso revolucionario. Más importante aún es la determinación para defenderlo. Y la clave para ello – entiendo que puede resultar brutalmente duro escucharlo hoy – es tener fuerzas armadas revolucionarias, fortalecidas no solo en términos logísticos sino fundamentalmente en términos doctrinarios.