Cualquiera que pasee estos días por las calles de Santiago y otras ciudades de la geografía de Chile se encontrara en las medianas que dividen las avenidas y las calles con un sinfín de imágenes de los distintos candidatos y candidatas a las elecciones que se celebran este 17 de noviembre. Si esa persona no bajara la mirada a pie de calle y se concentrara en la propaganda electoral, podría tener fácilmente la sensación de que las elecciones son en Oslo o en Copenhague, pues los candidatos de la mayoría de las dos grandes coaliciones son de tez pálida, guedejas rubias y apellidos en su mayoría españoles, franceses, alemanes o, en cualquier caso de raigambre Europea. Entre el pueblo y las fotos, entre representados y representantes hay una abismo que se sigue reproduciendo y que está, de hecho, naturalizado.