No podemos dejar de preguntarnos qué espacio real tiene el PC en un gobierno cuyos partidos políticos (a excepción del MAS, la IC y el mismo PC) sólo esta semana se preguntaban incluso si la frase del segundo tiempo “realismo sin renuncia” no sería un tanto exagerada, dada la necesidad de apostar a la moderación y a la gradualidad, aunque fuera declaradamente a costa del ya agonizante programa. Pese a la satisfacción por los logros partidarios, lo cierto es que el PC se ha subido a una embarcación que está a la deriva y a punto de naufragar, como la Nueva Mayoría.