Ariel Dorfman tiene todo el derecho a escribir su punto de vista sobre el gobierno de Venezuela. Pero ¿por qué presentarlo como si fuera el de Salvador Allende, alineándolo con los que critican el gobierno de Nicolás Maduro? El escritor no puede ignorar que la utilización de la figura del Presidente chileno, incluso bajo la forma de una “Carta imaginaria” es cuestionable en el plano ético.
Allende defendió el derecho de cada país a escoger su vía, sin inmiscuirse en la política interna. Pero sí, su gobierno fue solidario con Vietnam, entonces bajo una lluvia de bombas, y condenó sin ambigüedad el bloqueo a Cuba, entonces bajo los fuegos de una campaña de desinformación y de una guerra económica similar a las que hoy sufre Venezuela.