-Yo tuve un contacto con la Violeta tan directo y tan cercano, que muchas veces vi el museo como muy lejano a la Violeta, y creo que mucha gente lo sintió así. La gente llega y ve un cuadro o una arpillera de la Violeta, y con eso se sostiene el museo, pero falta el espíritu. Ni siquiera se puede tomar un mote con huesillo; había una cafetería ridícula que vendía brownies, pero la cerramos. Los mensajes claros de sus canciones se ven en las calles, no en su museo. 
Es un museo que retrata la cultura neoliberal tal como se ve en la Concertación; la cultura formal, fría y alejada del pueblo.