Todo Chile debe saber que aquellos que propiciaron las violaciones a nuestros derechos humanos, los cómplices de la desaparición forzada de personas, los que se coluden para amparar abusos sexuales y pedofilia de la cúpula eclesiástica, son los mismos que creen que nuestro útero es un receptáculo, porque así funciona la mentalidad colonialista. Y son los mismos que hoy tienen el descaro de comparar crímenes de lesa humanidad, con el legítimo derecho de las mujeres a decidir su vida, su destino y su maternidad.