Hace un rato vi pasar las flores camino
a la superficie, si no han llegado aún deben
estar muy cerca. ¿Quién pudo imaginarlo?
Nadie en el mundo podría haberlo imaginado:
con mi fotografía en tu pecho tú me buscas,
y con el clavel rojo en la mano, te espero.

Sé que no dejarás piedra sobre piedra
hasta encontrarme. Tu testimonio de amor
es infinito, tu consecuencia es de estrellas,
y como si tuviera quince años y te esperara
en la puerta del liceo, vuelvo a enamorarme
de tu militancia en esta noble causa que es la vida.