¿Cómo eludir la inquietud ante los aciagos acontecimientos represivos suscitados el último martes con el desalojo de estudiantes secundarios? ¿Cómo excluirlos de una secuencia de agrietamientos en la compleja juntura del movimiento social, la dirección política frentista y el curso del gobierno? Las protestas y las luchas ¿no están entre las herramientas de las que pueden servirse los afectados por alguna decisión, para incidir sobre ella?