Entre fines de agosto y septiembre de 2018, más de 1.700 chilenos fueron envenenados por gases tóxicos. Ellos viven en la «zona de sacrificio» que comprende Quintero, Ventanas y Puchuncaví, donde hay 19 industrias contaminantes que largan humo día y noche. Hasta hoy no se sabe cuáles fueron los gases que produjeron los envenenamientos, ni de qué empresas provinieron. Sin embargo, sí se sabe que esa no fue la primera vez.