Lo que en otros países sería calificado como incitación al odio, en Chile ni siquiera ha sido tema. Y es que lo realmente ideológico es lo que hace Aranda y todos quienes están detrás -razonablemente- de la crítica a la “ideología de género”: no sólo replican el discurso de la derecha, sino que interpelan a la población cristiana (sobre todo evangélica) a dar una lucha contra la ideología sin asumir que su discurso es ideológico, es decir, un discurso que hace pasar como “natural” un orden político, un discurso que trata como neutral una posición servil al statu-quo y con ello a una sociedad de clases.