En el siglo XIX Carlos Marx hablaba del lumpen proletariado, un sector de la clase menos favorecida que servía, objetivamente, a los ricos. Algo de esto hay en la actitud de estos jóvenes encapuchados, quienes utilizando la violencia y la destrucción terminan sirviendo los intereses de los poderosos, que lo único que han perseguido siempre es  que los explotados y humillados acepten su condición social sin protestar, es decir, una religión que sea el opio del pueblo. En el fondo, este lumpen logra que los medios de prensa escrita, radial y televisiva centren la noticia en la violencia y no en el verdadero sentido de las manifestaciones y su masividad.