Una lógica contraria a la vida y la libertad nos consume. Hoy, quizá más que nunca, lo valioso es seguir alzando la voz, reconstruir el tejido social y cultivar el arte de la resistencia. Eso incrementará la fuerza, el poder crítico y libertario, que está resurgiendo en la sociedad. Si el reclamo de justicia por las vías legales sigue siendo objeto de represión, cárcel y muerte es nuestro deber revolucionario golpear a los señores del poder en donde les duele: su dinero, sus inversiones, su capital.