Fue en marzo del año 2013 cuando los antiguos patronos anunciaron el cierre “por falta de viabilidad económica para mantener las operaciones en Venezuela”, según le explicaron a unos incrédulos trabajadores. Ellos no podían permitir esto y organizaron para mantener funcionando la planta. En 2016 casi fueron desalojados, cuando los anteriores dueños decidieron que querían de nuevo el lugar, para embotellar otra vez cervezas. Ya para entonces la EPSDC -organizada por los trabajadores- había sumado esfuerzos con una cooperativa de camiones cisternas y abastecía agua potable a más de un centenar de comunidades en la entidad. Pero en febrero una sentencia judicial les adjudicó a los trabajadores de Proletarios Uníos el uso de las instalaciones para fines productivos.