Ellos que recibían los perdigones, apagaban las bombas lacrimógenas, para que los adultos y nuestros ancianos pudieran protestar libremente. Para que los demás pudieran protestar con actos artísticos y otros tomando cervezas. Ellos peleando solos, sin descanso y cuando eran detenidos los molían a palos sin ninguna misericordia. Eran los ninguneados del sistema, los del Sename, los de los barriales, de la pobla, de las esquinas. Eran aquellos que no tenían dignidad, los excluidos del sistema, los indeseables. Aquellos que no tienen nada que perder, pero si mucho que ganar. Nunca se rendían, seguían luchando sin descanso. Siempre nos daban aliento a los mayores cuando estábamos a punto de claudicar. Son y seguirán siendo los héroes de nuestro Chile. Son nuestros milicianos, nuestros guerrilleros, nuestro ejército rebelde, nuestros waichafes. Ellos son los que cada día entregan su sangre, su esfuerzo y sacrificio.