La relación de conflictos entre las Democracias Cristianas y los Partidos Comunistas marcaron la post segunda guerra mundial: en Europa, especialmente en Italia y Alemania, derrotadas en la guerra, los partidos democratacristianos tenían el papel de evitar que el comunismo se apropiara de esos países. Y, para lograrlo, la Democracia Cristiana italiana no dudó en pactar con la mafia.