A las 7.00 horas de cada mañana luego de una intensa sesión de gimnasia subíamos a cubierta en grupos de 10, desnudos debíamos ducharnos bajo un descomunal chorro de agua fría proveniente de una manguera de incendio. Tratábamos de evitar el turno en  que mientras recibías el agua te sorprendiera la ceremonia de “honores de pito”  que se  realizaban en los barcos  de la marina, “honores” que debíamos imitar, lo mortificante era que el ritual  consideraba la entonación del himno nacional el que debíamos cantar marcialmente, cuadrados y “ en pelota”… bajo el chorro de agua, frente a los cerros de Valparaíso.