[A propósito del uso de las ‘giftcard’ para comprar en Falabella, Paris y Ripley] Primero, esos cheques no se podían convertir en dinero. Segundo, no se podían usar en otras tiendas, sólo en las tres indicadas. Tercero, son personas que lo perdieron todo, incluyendo no sólo sus casas, sino posiblemente su memoria de familia (fotos, documentos, recuerdos, cartas, regalos…). ¿Por qué nadie se quejó o se indignó por el negocio que hicieron esas tres casas comerciales, al más puro estilo de las pulperías de las salitreras (fines del siglo XIX), cuando las fichas no se podían cambiar en otras oficinas, y se tenía que aceptar el precio impuesto por el dueño?