Cuando las turbinas de la aeronave tomaron su máxima potencia, la fuerza fue tal que sacudió el césped y miles de gotas de rocío explotaron alrededor. El Helicóptero H225 “Puma” y las siete personas que iban en su interior, se dirigieron directo hacia el mar. Esa mañana, un día de octubre de 1973, después de casi una hora de vuelo, sólo cuatro regresarían de ese viaje. Las tres personas restantes se convertirían en las primeras y únicas víctimas conocidas, hasta hoy, de un vuelo de la muerte.