“La justicia en Chile haría reír, si no hiciera llorar. Una justicia que lleva en un platillo la balanza de la verdad y en el otro platillo, un queso. La balanza inclinada del lado del queso. Nuestra justicia es un absceso putrefacto que empasta el aire y hace la atmósfera irrespirable. Dura e inflexible para los de abajo, banda y sonriente para los de arriba. Nuestra justicia está podrida y hay que barrerla en masa. Judas sentado en el tribunal después de la crucifixión, acariciando en su bolsillo las treinta monedas de su infamia, interroga a un ladrón de gallinas. Una justicia tuerta. El ojo que mira a los grandes de la tierra, sellado, lacrado por un peso fuerte y sólo abierto el otro, el que se dirige a los pequeños, a los débiles” (Vicente Huidobro, Balance patriótico)