No es un titulo aventurado, apresurado. El doble ataque a la caravana del ex presidente Lula da Silva en Paraná –primero con huevazos, luego directamente con tiros– grafica el dramático momento que vive la democracia en Brasil, apenas semanas después del asesinato de la militante feminista y de derechos humanos Marielle Franco en Río de Janeiro. ¿De qué otra manera, sino fascismo, se puede catalogar a la extrema derecha brasileña que pretende tomar el poder por asalto con la candidatura del militar retirado Jair Bolsonaro, segundo en encuestas y en crecimiento ante el derrumbe de la “derecha clásica” brasileña? ¿De qué otra manera, sino fascismo, se puede caracterizar al grupo de forajidos que disparó contra la caravana del hombre más importante de la historia contemporánea del Brasil?