Luego de la venida del Papa Francisco a Chile, ha quedado en la retina colectiva un par de constataciones que son dignas de analizar: la disminución de la masividad del fervor, la visible ausencia de los sectores populares en las actividades convocadas por la Iglesia, y la contradicción entre la aceptación de “la verdad” versus la prueba inapelable de que en nuestro país existen humanos violentados sistemáticamente por las instituciones desde que tenemos memoria.