La sacra justificación de la barbarie.
No pretendo revisar esas críticas [al desarrollo del capitalismo] ni dejar de proponer alternativas institucionales a sus limitaciones y expropiaciones de riquezas y poder. No creo que debamos cejar un ápice en los esfuerzos por reformas cada vez más radicales en nuestros países. Pero es evidente que con sólo comparar escenas varias de la semana que pasó, con sus degüellos, sus ejecuciones sumarias de “traidores”, sus bombardeos de toda laya, sus inflamados discursos teologizados y amenazantes de vindicta, las –aún febles- garantías que rigen en nuestros países suenan a bálsamo ante la plena e ineludible inmersión en la tragedia y el horror de buena parte del mundo, tanto la que sufren sus víctimas cuanto las que infligen sus victimarios.