La continuidad y funcionamiento normal del régimen político, sobre todo en un sistema hiperpresidencialista como el de Chile, indica que el bienestar de la Nación depende en gran medida de la salud física y mental del Presidente. La opinión pública tiene derecho a saber si los tics, andar vacilante, rigidez del brazo izquierdo y espasmos incontrolables, y descontrol físico en general, además de las conductas y decisiones erráticas, contradictorias e incoherentes, en lapsos cortos, son consecuencia de una enfermedad, física o mental, o no. Se trata de un asunto del mayor interés nacional, con alta relevancia pública, política y noticiosa, y que bajo ninguna circunstancia debe ser ocultado o callado.