La toma del poder no sirve de nada si no se proponen mundos alternativos.
Justo cuando se nos dijo que “habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades” y tocaba expiar y pagar, los valores del sur se toman su revancha, afirmando y difundiendo otras ideas de riqueza y felicidad: más basadas en el presente que en el futuro, en los vínculos que en la soledad, en el tiempo disponible y no en la vida para el trabajo, en la empatía y no en la competencia, en el disfrute de la gracia más que en la culpa por la deuda.