La gravedad de este proceder, que cuenta con los testimonios y evidencias registradas por nuestra gente, no es posible dejar que pase como una más de las brutalidades propia de la policía chilena. Constituye un peligroso acto de violación de los derechos humanos colectivos de nuestro pueblo en su conjunto, por cuanto revive y aviva el método –de la tierra arrasada- a través del cual Chile y sus colonos europeos nos arrebataros el 95% de nuestro territorio hace un poco más de 100 años.. Cualquier organismo que se tenga por protector y/o promotor de los derechos humanos que guarde silencio o no investigue lo ocurrido no podrá ser considerado sino como una mera fachada para fines desconocidos tributarias del poder.