“No estoy en la cárcel por asesinato. Estoy en la cárcel porque soy un negro en los Estados Unidos de América, donde quienes ostentan poder sólo permitirían a un negro ser un bufón o ser un criminal” Después de ser puesto al fin en libertad, en 1985, por anulación de condena, se asentó en Toronto gracias a la ayuda de un grupo de canadienses y allí vivió hasta su muerte envuelto en una constante pelea contra casos similares al suyo, como el último que tenía entre manos, el de David McCallum, condenado a 28 años de cárcel por un asesinato que no cometió.