El control de las materias primas genera múltiples batallas con millones de víctimas, más que ningún otro conflicto haya provocado. Y no solo mata el hambre.
Dicen que si a las cosas no les ponemos nombres no existen. Así que cuanto antes bauticemos a la actual escalada militar que se ha convertido ya en una tercera guerra mundial, mejor. Antes la reconoceremos y antes podremos, tal vez, detenerla. Propongo llamarla la Guerra Alimentaria.