No estoy preso, preso están los delincuentes, los traficantes y los criminales. Yo estoy Prisionero, prisionero de un gobierno autoritario, fascista y opresor. Prisionero de un país donde el estado ha sido modelado por unos pocos. Donde vivimos bajo una constitucionalidad dictatorial.
Prisionero no por, -presuntamente “avivar” un incendio en una estación de metro o por “los daños calificados” de la misma-. Estoy prisionero porque para el gobierno SOY (somos) la personificación de ese enemigo al que el presidente declaro la guerra abiertamente, somos el fantasma de ese enemigo “grande y poderoso”. La materialización de la paranoia.